
La ginebra lleva tantísimo tiempo entre nosotros y con tanta notoriedad en los últimos años que todo hijo de vecino cree saberlo todo —o casi todo— sobre ella, pero sabemos que la realidad es bien distinta. Aunque el más urbanita se vanaglorie de ser un experto en el líquido elemento inglés por antonomasia, saber qué ginebra casa con qué tónica, conocer cuál es la mejor forma de preparar un gin tonic o qué botánicos van dentro, probablemente sepa poco de todo eso o no lo sepa del todo bien. Y es que a pesar de que cada maestrillo tenga su librillo y que el relativismo exista, algunos hechos sobre esta bebida son verdades completamente absolutas y algunas suelen ser desconocidas. Con todos ustedes cinco cosas que, probablemente, no sabíamos sobre la ginebra.
Tiene familia, no llegó sola
Quizás más de un sabiondo se atreva a afirmar con rotundidad que la ginebra es ginebra desde el principio de los tiempos, más inglesa que la reina de Inglaterra y genuina como nada en este mundo, pero lo cierto es que no apareció como por arte de magia mientras dos parroquianos british sostenían la barra de un pub inglés: la ginebra es un derivado de la genever o jenever holandesa y se le atribuye el mérito de introducirla a gran escala en Inglaterra y fomentar su elaboración a Guillermo III de Orange que prohibió importarla de Holanda.
De mil y una formas podemos encontrarla

Decimos ginebra y sabemos a qué bebida nos referimos, pero si tuviésemos que describirla, dijésemos lo que dijésemos, caeríamos muy probablemente en imprecisiones. Y es que sus aromas y sabores difieren muchísimo de una marca a otra dado lo fácil que es añadir en su proceso de destilación toda clase de ingredientes botánicos que modifiquen su organoléptica y la personalicen. Las hay más secas, con notas florales, enebro puro e incluso picantes, hay tantos tipos de ginebras como marcas y maestros destiladores.
Formaba parte de un remedio medicinal y por sí misma continúa siéndolo
Pocos serán los que no sepan que Jacob Schweppe se sacó de la manga en 1783 la tónica como remedio contra la malaria cuando soldados y población de los territorios de ultramar del Imperio Británico padecían esta terrible enfermedad. La bebida, hecha con agua y la milagrosa quinina, era espectacularmente amarga así que en los destacamentos unionistas la mezclaron con ginebra, así nació el gin tonic. Y aunque en la actualidad la tónica apenas tenga quinina, la ginebra por sí sola continúa siendo beneficiosa para la salud —siempre consumida con moderación— gracias a sus propiedades digestivas, antisépticas, antiespasmódicas, analgésicas e incluso antiinflamatorias. De verdad, te lo contamos aquí.
Fue un problema de salud pública en Londres

Y aunque aludíamos en el punto anterior a sus propiedades beneficiosas para la salud, el abuso de la misma como de cualquier otra bebida alcohólica es un serio problema. Tanto es así que en pleno siglo XVIII la sociedad inglesa, especialmente la londinense, sufrió un verdadero colapso al dispararse el consumo del destilado con un pronunciado abaratamiento —era incluso más barata que la cerveza— que causó toda clase de estragos, desde falta de salubridad en las calles o conflictividad hasta el aumento de la mortalidad tal y como atestigua el grabado Gin Lane del artista William Hogart.
Es puro enebro, sí, pero se hace destilando cebada
Sabemos que el enebro es parte fundamental de cualquier ginebra, sea como sea una vez terminada tras añadirle los botánicos deseados, pero lo que muchos no saben es que el primer ingrediente que la hace posible es la cebada y otros cereales de similares características. Y es que aunque la mayoría de los destiladores partan de un alcohol base hecho previamente para crear sus ginebras, ese alcohol se hace de alguna manera, y esa manera es la destilación de los cereales mencionados.
Y vosotros, ¿os sabéis alguna que nosotros no?