Como suele pasar con esto de los días internacionales de lo que sea, a excepción de los más importantes normalmente…
Seguro que si hemos pedido un Gin Tonic en locales nocturnos con luces negras —esos tubos de color violáceo que resaltan especialmente el color blanco— habremos comprobado cómo nuestro cóctel parece ser fluorescente. Realmente ni lo parece ni es un efecto óptico o subjetivo, sino que realmente nuestro Gin Tonic es fluorescente; y la responsable de ello es la tónica, o más concretamente, la quinina que contiene.

Como sabrás, la quinina es un alcaloide tóxico extraído de la corteza de la quina, utilizado durante lustros para aromatizar el refresco carbonatado que conocemos como agua tónica. Esta bebida surgió en un principio para tratar enfermos de malaria, ya que aunque no curase la enfermedad, sí aplacaba algunos graves síntomas. Con el tiempo, se dejó de tratar la malaria con quinina, y la cantidad del alcaloide que se añadía a la tónica fue disminuyendo hasta ser puramente residual y encontrarse en una concentración ínfima con la que es imposible intoxicación alguna.
¿Y por qué toda esta explicación sobre la quinina que contienen las tónicas? Pues porque ella, la quinina, es la responsable de las fluorescencia de nuestro Gin Tonic. Ya de por sí la quinina es un compuesto fluorescente, pero cuando forma parte de disoluciones ácidas como puede ser la tónica, esta característica es potenciada sobremanera. La quinina absorbe la luz ultravioleta emitida por las luces negras y, al mismo tiempo y gracias a la acidez de los cítricos, emite una luz azulada, la que nosotros identificamos como fluorescencia.
Así pues, si ignorabas por qué tu cubata o Gin Tonic era fluorescente en según qué lugares, ya te hemos despejado las dudas y dado un tema de conversación peculiar e interesante…