Cada vez más cosas tienen su día. Desde un territorio, una comida, una expresión facial o hasta un útil de escritura…

La respuesta a la pregunta que titula este artículo, ¿Nos beberíamos cualquier gin tonic?, está clara clarinete si la da un purista del combinado: no; pero aquellos a los que les gusta experimentar, probar cosas nuevas, correr ciertos riesgos en cuanto a gustos se refiere y, en definitiva, preguntarse ¿Por qué no?, probablemente responderían que tal vez.
No habrá sido la primera vez; ponte en situación. Cuasi acabas de descubrir la mágica mezcla de ginebra y tónica, eres inexperto en la materia y estás frente a una barra sin saber qué pedir. Un gin tonic, por favor, dices. ¿De qué?, te preguntan. Y acaban explicándote que según la ginebra que pidas te ponen unos botánicos u otros y que algunos gin tonics incluyen otro tipo de añadidos que, más pronto que tarde, seguramente aborrecerás. Así será, así será cuando te des cuenta de que el gin tonic se ha convertido en una locura difícilmente controlable.
Desde inocentes gominolas a lujoso —y absurdo— polvo de oro. Desde guisantes a flores. De todo hemos llegado a ver. Auténticas ensaladas y batiburrillos difíciles de definir que ahora nos horrorizan y antes, tal vez, podíamos llegar a aceptar alzando desconfiadamente una ceja. O no.
Porque para muestra, un botón. O mejor, un vídeo. Un fragmento del programa Tal como somos de laSexta en el que muestran, mediante cámara oculta, que un cliente tipo de cualquier bar o pub puede beberse casi cualquier gin tonic que le preparemos, aunque lleve gambas, ajos o hasta el arreglo del cocido, si le contamos un buen cuento y le aseguramos que todo tiene un sentido...
¿Qué opinas tú?
¿Te beberías cualquier gin tonic que te sirvieran?